martes, 27 de marzo de 2007

La lucha revolucionaria salvadoreña.


Salvador Cayetano Carpio y Mons. Romero.

Esta por cumplirse un aniversario más de la muerte de Salvador Cayetano Carpio dirigente revolucionario salvadoreño. Este aniversario como el de miles de personas que dieron su vida por cambiar las estructuras injustas en el salvador, pasan desapercibidos. Son miles los que entregaron su vida por una de las causas mas dignas del ser humano, la solidaridad, y la sororidad.

En el mes de Marzo murió acribillado oficiando una misa Monseñor Romero. El 12 de Abril de 1983, muere en un suicidio-asesinato Salvador Cayetano Carpio, conocido en el movimiento revolucionario salvadoreño como comandante Marcial.

La historia demuestra que debemos de seguir insistiendo en convencer a los que no lo están, de que hay otras alternativas sociales a este neoliberalismo que se les impone a los países del Sur por el imperialismo y todas sus siniestras multinacionales. En el devenir de la historia siempre ha habido líderes carismáticos que se entregan a una causa justa y luchan; Lenin en Rusia, Mao en China, Ho chi Mihn en Vietnam, Fidel en cuba, en el Salvador: Cayetano Carpio y Mons. Romero. Esta es una breve reseña de la conjunción en la historia de ambos.

Recientemente hice un artículo donde recordaba a monseñor romero. Aunque de forma escueta intente plasmar lo que hacía antes de su “conversión” y después de ella. Su trayectoria como sacerdote y de cómo se vio inmerso en la vida política; las constantes amenazas a la le sometieron los escuadrones de la muerte y la derecha del país, que al fin al cabo son los mismos. Lo hice además consciente de que se celebraba el aniversario de su asesinato. Hable solamente de él y de su compromiso desde el punto de vista cristiano, porque lo era... también de cómo influyó en miles de salvadoreños. Pero sobre todo quise plasmar la capacidad de convocatoria que tenía y de cómo su influjo llegó con mucha más facilidad a la gente más humilde del país; a los obreros, campesinos, mujeres, niños, ancianos, en toda esa urdimbre social de América latina. También influyó en el qué hacer teológico dentro de un segmento importante de la jerarquía católica del país y del continente; curas, obispos, religios@s. También su influjo llegó a la política, pero llegaba especialmente a las masas populares y su poder de denuncia era aplaudida por miles de anónimos que se acercaban a oírle, por eso lo asesinaron. Todo lo que en su tiempo hizo y dijo se siguen teniendo en cuenta en todos estos sectores, su frases denunciando o anunciando algo se citan de continuo... personas que siguieron por los mismos derroteros de él han sido también asesinadas.

Dentro de las reflexiones cercanas a la teología de la liberación se pueden escuchar de cómo Dios puso en el momento propicio a Mons. Romero; mientras que los marxistas hablamos de que es la misma historia y su devenir la que determina el momento y al personaje que puede o no transformarla. Y hacer que un movimiento social de las características de entonces fuesen capaces de darle fuerza política e ideológica. Es cierto, también, que a la lucha de los movimientos populares se apuntaron curas salvadoreños, aquellos, que se involucraron en la alfabetización de los campesinos.

Este movimiento alfabetizador va a ser un factor más, uno de los mas importantes, y será un motor para que miles de personas tomaran conciencia. Ellos llegaron a un amplio sector del campesinado salvadoreño y el acercamiento de éstos, a las letras, les llevó a tomar conciencia de clase y creer por fin en su capacidad organizativa para trasformar la realidad. Fueron paulatinamente sujetos activos de su propia historia. Fueron esos curas los que trabajaban al lado de las comunidades eclesiales de base, quienes arrostraron a la iglesia jerárquica a comprometerse de lleno en la lucha por las trasformación del país. Es esta una de las razones por las cuales la jerarquía de la iglesia hace una opción por los pobres, que no preferencial, con Mons. Romero la opción pasa a ser preferencial.

Movimiento popular y revolucionario o viceversa.

Sin embargo hay datos que no podemos obviar; datos sociológicos e históricos que determinan de algún modo el momento que le tocó vivir a Mons. Romero. Fue un momento convulso en el buen sentido de la palabra, me explico. Los movimientos populares del país de entonces fueron los que de alguna medida impulsaron el devenir de la lucha. Las organizaciones populares y las organizaciones guerrilleras derramaron un influjo de tal envergadura en la población organizada que era imposible no sentirse imbuido de esa lucha solidaria y decididamente transformadora. Muchos decidieron participar, entre ellos un sector amplio de la intelectualidad, e, indirectamente Mons. Romero.

Fueron los movimientos populares y sus dirigentes quienes hicieron posible esa participación. Fue también su denodado esfuerzo al trabajo de concientización y su praxis marxista la que determinó, de alguna manera, que la historia pusiera a las personas indicadas para influir en el país de forma directa e indirecta. De forma directa fueron los movimientos populares y revolucionarios, y Mons. Romero de forma indirecta.

El Bloque Popular Revolucionario (de aquí en adelante sólo aparecen las siglas. BPR) es una organización popular de masas, con un amplio sector de la sociedad, a tener en cuenta. Fue ésta la que supo hacer un trabajo de concientización en pocos años y demostrar que la lucha revolucionaria era la única vía. La única salida para le país, por el grado de despotismo al que habían llegado la oligarquía y las estructuras del capitalismo dependiente en el país. Tal era el despotismo que los cuerpos represivos cometían horrendos crímenes contra la población con la complicidad de la oligarquía y de los gringos.

Este movimiento de masas con una línea marxista y revolucionaria definidas, fueron capaces de movilizar a un sector amplio de la sociedad que apostaron por la insurrección popular. Miles de campesinos, obreros, docentes, estudiantes universitarios y de secundaria, entre ellos un sector cristiano de El Salvador. Las Fuerzas Populares de liberación. FPL y el BPR van a ser para entonces las organizaciones de nuevo tipo que lideraron la lucha pre-revolucionara en la región y en el país. Y son de nuevo tipo, porque combinan inteligentemente todas las formas de lucha posibles cuando todos los espacios, legales y pacíficos se le habían cerrado.

Cuando se habla de esa época en el Salvador, se suele, conscientemente, por los actuales líderes del FMLN, ignorar a Salvador Cayetano Carpio líder indiscutible del movimiento revolucionario. Fue él quien estuvo desde el principio en el resurgimiento de las organizaciones de nuevo tipo, en la lucha popular y revolucionaria. Al fortalecimiento de la lucha popular y a la insurrección de las masas el Partido Comunista Salvadoreño se había venido oponiendo - durante el conflicto - y se opone hoy en día (situación que denunció Carpio cuando era su secretario general). El PCS sigue apostando por el parlamentarismo burgués, ese fue siempre su objetivo y también lo denunció su ex secretario general Carpio.

A finales de los años 70 comienzan las primeras reuniones para formar en octubre 1980 el Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional. Sus miembros son los representantes de las cinco organizaciones guerrilleras del país. En tan poco tiempo las diferencias empiezan a hacerse notar al interior del frente, se libra pues, una lucha ideológica interna y van apareciendo dos posturas políticas distintas en su interior: La primera: lucha revolucionaria para alcanzar un Gobierno Democrática Revolucionario, la de Carpio. La segunda línea apostaba por el diálogo y la negociación, por medio del diálogo ir buscando cuotas de poder para lograr, por lo menos, un Gobierno de Amplia Participación su representante es Ana María.

En 1983 el 6 de abril en Nicaragua es asesinada Ana María, se culpa a Carpio. A los pocos días, éste se “suicida”. El suicidio-asesinato deja en una situación difícil a los dirigentes del FMLN que culpaban a Carpio de haber urdido el horrendo crimen de Ana María. Se abre una investigación por parte de las autoridades nicaragüenses y al final del juicio se declaran a Carpio, inocente. (...) el juez del Juzgado Segundo del Distrito del Crimen en Managua, sentenció que: “...de conformidad con el art. 186 del Código de Instrucción Criminal, en razón de su fallecimiento debe sobreseerse definitivamente en la presente causa a Salvador Cayetano Carpio (Marcial), mencionado por la Procuraduría Penal como autor intelectual del delito investigado. Siendo opinión de esta autoridad que se adhiere a lo expresado por el defensor Gutiérrez Mayorga en su escrito de defensa, que no fueron aportadas pruebas en el proceso que respalden tal imputación.” Documentos escritos de la revolución salvadoreña, publicado por Antonio Morales Carbonell, (Viena, Edition Del Keil, 1999). Sin embargo los nuevos dirigentes del FMLN no volvieron a hablar del asunto, ni se retractaron de las falsas acusaciones sobre Carpio.

Es ésta dirigencia la que estigmatizó con mentiras, falacias de todo tipo fueron urdidas por sus propios compañeros de viaje, que no de lucha para justificar el cambio de la línea política en la dirigencia en el FMLN.

Con mentiras han intentado borrar la imagen en la población salvadoreña para que no sigan teniendo como referente revolucionario a Carpio. Ellos no han sabido explicarnos las razones del porqué y cómo es que se deja intencionadamente, en el olvido, a Carpio. Tampoco se han retracto de todas las mentiras que se han dicho sobre Carpio y no se han esclarecido los verdaderos motivos de los dos asesinatos. Quienes de alguna manera hemos participado y nos hemos visto involucrado de esos momentos de la historia, no podemos ni debemos permitir porque si lo hacemos estamos participando indirectamente de sus falacias y de su crápula intención de olvido.

Las mentiras que se dijeron sobre él, está permitiendo – y ha permitido en el pasado - que a todo aquél que cuestione o simplemente no se crea las razones que ellos esgrimieron sobre los hechos. Cuando se defiende abiertamente la inocencia de Carpio. A todos los que discrepan se les denigre y tilde con toda clase de epítetos, con tal de acallar voces que interpelan su argumento, a la vez, que mantienen lívido a aquellos que se comportan díscolos y discrepantes a sus posturas ideológicas y políticas dentro y fuera del FMLN.

Carpio demostró que se podía y se debía combinar todos los métodos de lucha en el país. Esa es una de las razones fundamentales que le llevaron a su desaparición física. Porque sabían, quienes le traicionaron, que él se debía a la organización popular, eran sus raíces. Siempre estuvo con la clase obrera. La lucha de clase eran su objetivo. No fue dúctil a los reformistas del FMLN ni a la burguesía salvadoreña.

Soy consciente que me dejo muchas mas cosas sobre este líder carismático que ha dado la historia reciente de El Salvador. Queda pues, para otro escrito, donde explique cómo fue su desaparición física y cuáles fueron los argumentos que esgrimieron la dirigencia del actual FMLN.

Me gustaría dejar en pocas líneas algo que nos ayude a esclarecer esas dos líneas políticas que había dentro del FMLN. Así podrán quienes leen este articulo sacar sus conclusiones. Carpio, defensor de la lucha revolucionaria, si se tomaba el poder habría un Gobierno Democrático Revolucionario. En el GDR estarían en el gobierno esencialmente las clases más desfavorecidas, la alianza obrero-campesina, los principios marxistas, eran fundamentales. En la otra línea diálogo y negociación para lograr por lo menos un Gobierno de Amplia Participación. La primera suponía fortalecer al movimiento revolucionario y la segunda línea simplemente se dejarían las armas para participar en las elecciones y por medio de estas compartir cuotas de poder con la oligarquía y la burguesía salvadoreña. Curiosamente después de los dos asesinatos la segunda es la que prevalece al interior del FMLN.

Con el tiempo las cosas van poniendo en su sitio a cada uno de todos aquellos que, de alguna manera u otra participaron de toda esa urdimbre de patrañas pequeño burguesas. Se ha ido desenmascarando antiguas peleas internas al interior del FMLN. Las divisiones internas se suceden y unos pasan cínicamente a formar parte del estado represivo salvadoreño. Otros simplemente renuncian a pertenecer al partido político del FMLN. Otros forman un partido político, otro partido, otro y otro etc.

Con la firma de los acuerdos de paz se puso fin a la guerra pero la situación de pobreza sigue siendo el estigma de millones de salvadoreños. El FMLN es en este momento otro partido político más del engranaje neoliberal del país. Sus dirigentes... que lo diga James Petras:

“Después que depusieron las armas yo estuve allá conversando con dirigentes populares y lo que me contaban era que durante la lucha armada los gobiernos no se atrevían a aprobar legislación antilaboral porque tenían miedo de que los guerrilleros se juntaran con los obreros. Pero después que el farabundismo (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional/ FMLN) bajó las armas y entraron al Parlamento, han aprobado leyes antisindicales que facilitan el despido de obreros.

“Yo creo que el farabundismo era un esfuerzo político electoral para construir un estado de bienestar social, ni más ni menos. Schafik (Jorge Handall, uno de los líderes del FMLN) me contaba que no había una perspectiva de socialismo, que había que modernizar al país, mejorar la productividad y se molestó cuando yo le pregunté que ante la modernidad de los capitalistas del país, ¿qué iban a tener frente a ellos; algunos beneficios sociales? Yo creo que Schafik a final de cuentas convirtió su discurso radical en un discurso de bienestar social.

“Yo hablaba con mucha gente que votó por el farabundismo y todavía están en la espera de ver los cambios que le prometieron. Todavía están pendientes porque les dicen que (los del FMLN) no tienen la presidencia (del país), no tienen mayoría en el Congreso y tienen que esperar no sé cuantos años, para elegir ‘nuestro gobierno’. Mientras, desde la paz han salido cientos de miles de salvadoreños del país porque no aguantan más, que los debates parlamentarios rinden muy poco.”

La historia parece que nos ha jugado una mala pasada a los pobres de el salvador, por eso es necesario recordar a estos dos carismáticos personajes que nos hicieron creer que otro mundo es posible. Nos quedan sus valores revolucionarios y humanos. Debemos de recuperar esa memoria histórica para no volver a cometer el mismo error.

Mons. Romero, y Salvador Cayetano Carpio, pusieron patas arriba las estructuras de un capitalismo dependiente, ahora neoliberal en El Salvador. Al primero le recordamos, por su capacidad de renuncia a seguir compartiendo con la extrema derecha del país y del ejército, mesa. Y se convirtió sin quererlo en la voz de los sin voz. Y al segundo, Carpio, fue quien realmente llevó a cabo, junto a otros líderes populares, la hazaña revolucionaria jamás vivida en ese pequeño país de centroamericano. Con su entrega por transformar la historia y construir un país más equitativo y justo. Demostrando a aquéllos que decían que en ese pequeño país era imposible crear, por su orografía, un movimiento revolucionario y guerrillero. Demostró, que era posible. Con el tiempo se vieron los frutos y ese imposible se había convertido en una fuerza de tal envergadura que hacía temblar al imperio norteamericano.

A estos dos le debemos aunque sea un poquito de nuestras conciencias, ya que han sido ellos de forma indirecta los que transformaron un ápice la historia de nuestro país. En definitiva los que hicieron posible, cada uno por su lado, que llevar a las últimas consecuencias la lucha por la liberación de un pueblo no es tarea fácil, muchas veces los aviesos y astutos están dentro de nuestros movimientos populares.

martes, 20 de marzo de 2007

Monseñor Romero


Mártir de América.

A los 27 años del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez (Mons. Romero) ¿de qué debemos hablar o escribir quienes de algún modo sentimos un prurito interno en las neuronas y nos hace coger un lápiz, un bolígrafo, frente al ordenador y escribir: poemas, relatos, o, artículos de opinión? Cuando alguien escribe ¿qué persigue? mejor dicho, ¿Qué busca?. Los motivos del fuero interno de quien escribe son varios. En mi caso, escribiré sobre un personaje que dio la historia del pulgarcito de América; un hombre humilde, sencillo, díscolo y entregado a las causas de los más desfavorecidos de el Salvador aunque no siempre fue así. Mons. Romero, Qué debo, pues, hacer, escribir recordándolo a él o, hacerme eco de su praxis en este escrito y afinar las palabras para que se lean lo que él denunciaba en aquellos días cuando la represión y la violación de los derechos humanos campaban – y campan - a su libre arbitrio.

Mons. Romero, los tres últimos años de su vida los vivió junto a su pueblo. Sufrió con él. Comió y bebió junto a los campesinos de su tierra. Se entregó a la fiesta compartida a la solidaridad compartida. Antes de que él volviese a sus raíces, a sus orígenes solía recordar que provenía de una familia humilde, que nunca había estado cerca de la riqueza y de la abundancia sino de la pobreza y de la austeridad”(un obispo con su pueblo. Jon sobrino) Mons. Romero, se puede decir, fue parte de ellos y murió por ellos.

Sin embargo y antes de entregarse de lleno a la lucha y en la defensa del pueblo salvadoreño, como Obispo, vivió junto a aquellos que despreciaban - desprecian - a los mas pobres de El Salvador. Fue uno más de la oligarquía salvadoreña, compartió mesa, bebidas y hasta justificó, en su momento, los métodos de represión que esa burguesía obtusa llevaba a cabo contra el pueblo organizado. Bendijo todo lo que se hacía en nombre de una falsa paz y de su Dios. Sin saber que eran asesinatos colectivos los que cometían sus compañeros de mesa. Los militares y los ricos de el salvador le hacían creer, que ellos, estaban al servicio de una iglesia y le ofrendaban toda clase de regalos para comprar sus servicios mientras la jerarquía de la Iglesia y él, justificaran lo que el ejército salvadoreño hacía; reprimir a los pobres, a los hambrientos, sedientos, desnudos, a los rostros de Jesucristo en la historia de América latina. Vivió con ellos, compartió su mesa, su pan, pero a su modo, había estado abierto a los pobres desde una caridad conservadora.

A raíz de la muerte de su amigo Rutilio Grande, sacerdote jesuita salvadoreño, comprendió que la falacia tiene nombre de dinero y muerte, asesinatos selectivos y colectivos. La violencia se había convertido ya en institucionalizada. El cambio radical en él es una de las cosas que más han impactado a todos, y quienes le conocieron pueden dar testimonio de ello. Con seis sacerdotes asesinados y miles de catequistas que corrieron la misma suerte. También a Mons. Romero se lo oyó decir “he sido frecuentemente amenazado de muerte”. El 24 de Marzo la burguesía salvadoreña, los gringos y el ejército determinaron que la voz de los sin voz debía de ser callada. Un lunes a las seis y media de la tarde, el asesino le hizo un certero y único disparo en el corazón.

Sin embargo a 27 años de su muerte El Salvador sigue siendo un país convulsionado por la violencia institucionalizada. Y lo sigue siendo a pesar de que hace 15 finalizó el conflicto armado. Con el fin de la guerra, todos pensaron que se abrirían nuevas expectativas en la población salvadoreña. Que algo nuevo iba a nacer. Que vendrían tiempos mejores. Que las reivindicaciones que el pueblo organizado en los movimientos populares hacía, antes y durante la guerra, iban a ser, por fin, una realidad. Empero y en poco tiempo, los hechos demostraron que todo fue mera ilusión.

Recientemente los narcotraficantes asesinaron, en Guatemala, a tres diputados de la extrema derecha de ARENA. Los tres eran miembros del parlamento centroamericano. Uno de ellos era hijo del fundador de los escuadrones de la muerte y el responsable máximo e intelectual del asesinato de Monseñor Romero.

Las injusticias del pasado siguen latentes, siguen palpitando en cualquier rincón del país la presencia siniestra de los escuadrones de la muerte, y, vuelven - si es que algún día se fueron - a los asesinatos selectivos. La libertad de expresión sigue en el presente conviviendo con el pasado; periódicos en constante vigilancia, periodistas amenazados, programas de televisión críticos con la política oficial, se cierran. Intelectuales de izquierda están siendo seriamente amenazados, a algunos, simplemente se les despide de sus puestos de trabajo, es una sutil manera de reprimir. Hoy como ayer se asesina, la “modalidad nueva” para el asesinato es la delincuencia común. Con ese nombre se encubren asesinatos políticos que hay - y ha habido - desde hace 15 años. Mientras miles de inocentes anónimos mueren al año por las bandas, maras, pandillas o por cualquier otra excusa.

Si este era, es -¿y será?- la democracia para la población salvadoreña, ¿Qué esperamos para el futuro? Mientras la oligarquía y las corporaciones gringas en el Salvador se beneficien económicamente del miedo en la población. La violación de los derechos humanos es el pan de cada día, y no aparecen en los medios de comunicación internacionales. La miseria como en el pasado y antes de la guerra, es el pan de cada día para millones de salvadoreñ@s. Esta es la democracia made in USA que hoy se pueden ver en países como: Colombia, Irak, Haití, Afganistán, etc.

El mes de Marzo es un mes importante para la amplías mayorías de l@s salvadoreñ@s excepto para la oligarquía, los burgueses, terratenientes y yanquis porque ellos son los que tienen sus manos manchadas de tanto oprobio.

En este artículo, quería hablar y recordar a Mons. Romero asesinado el 24 de Marzo de 1980. Tenía miedo que se convirtiera en un panegírico lleno de sentimentalismo. Quería comentar, compartir lo que nos dejó con su experiencia de lucha desde el punto de vista de la teología de la liberación, de cómo él por medio de su pastoral hizo que muchos tomáramos conciencia para cambiar las estructuras injustas del país que todavía siguen intactas. Y he descrito de forma escueta lo que se vive -y ¡cómo! - en El Salvador. La violencia institucionalizada sigue latiendo desde el estado, y, haciendo de las suyas. Es, a mi entender, lo que Mons. Romero hubiera hecho el domingo desde el pulpito, denunciar con vehemencia las atrocidades que cometían – cometen - los gringos y sus ínclitos amigos en El Salvador.

Mons. Romero demostró que la Teología de la Liberación es parte esencial de los pobres. Que en ellos residen los signos de los tiempos y que la realidad histórica nos invita a vivirla y a transformarla por un mundo más justo. Nos enseñó que los pobreza tiene varios rostros, indios, negros, mestizos, mujeres, obreros, niños de la calle... aprendimos que el compromiso acarreaba la experiencia de persecución, y nos convertimos en compañeros de viaje junto a los oprimidos que comenzaban a tomar conciencia y a convertirse en agentes de su propio destino, no iba a ser tarea fácil. Él sin quererlo, su vivencia la hizo; teológica, de liberación y la hizo historia.

La teología de la liberación existirá mientras en América latina exista la injusticia, de la pobreza nace esta teología, y Mons. Romero la hizo praxis. La reflexión teológica es inherente a la historia, a la realidad. América latina sigue su proceso de liberación, sigue combinando mística revolucionaria y en algunos casos compromiso desde el punto de vista teológico con las luchas por la liberación y también es válida. El mejor homenaje de aniversario a su martirio, es denunciar lo que no se escribe ni se dice en los medios de comunicación y por eso, creo, que siguen con mas vigencia, si cabe, aquellas palabras que pronunció en su última homilía "de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre"(...)¡cese la represión!” Mons. Romero.

carta de jon sobrino

Jon Sobrino conoció a través de su superior general la Notificatio de la Congregación de la fe, para la que se le pedía una adhesión sin reservas. En esta carta explica por qué no puede hacerlo. La publicamos (excepto algún párrafo que el autor ha querido rservarse) a la espera de poder hacer público también el texto oficial del documento vaticano.

Querido P. Kolvenbach:

Ante todo le agradezco la carta que me escribió el 20 de noviembre y todas las gestiones que ha hecho para defender mis escritos y mi persona. Ahora me dice el P. Idiáquez que le escriba a usted sobre mi postura ante la notificatio y las razones por las que no me adhiero -“sin reservas”, dice usted en su carta- a ellas. En un breve texto posterior expondré mi reacción ante la notificatio, pues, como usted dice, lo normal es que la noticia aparezca en los medios y que los colegas de la teología esperen una palabra mía.

1. La razón fundamental.

La razón fundamental es la siguiente. Un buen número de teólogos han leído mis dos libros antes de que fuese publicado el texto de la Congregación de la fe de 2004. Varios de ellos leyeron también el texto de la Congregación. Su juicio unánime es que en mis dos libros no hay nada que no sea compatible con la fe de la Iglesia.

El primer libro, Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, fue publicado en español en 1991, hace 15 años,y ha sido traducido al portugués, inglés, alemán e italiano. La traducción portuguesa tiene el imprimatur del Cadenal Arns, del 4 de diciembre de 1992. Que yo sepa ninguna recensión o comentario teológico oral cuestionó mi doctrina.

para seguir leyendo:

http://www.redescristianas.net/2007/03/14/carta-de-jon-sobrino-al-p-general-de-los-jesuitas/

lunes, 19 de marzo de 2007

El Salvador quince años después


de los acuerdos de paz

Se están por celebrar en el Salvador los quince años de la firma de los acuerdos de Paz. Van a celebrarlo como si realmente después de finalizada la guerra habría mejorado la situación de pobreza de miles de salvadoreños. Los acuerdos de paz se firmaron ­lo dicen la derecha y la izquierda del país­ para acabar con el conflicto armado. Si el pueblo organizado tomó las armas, lo hizo para cambiar las estructuras injustas que reprimían ­reprimen­ a los movimientos sociales de izquierdas. ¿Valió la pena la firma de los acuerdos de paz? ¿Valió la pena que el Frente y sus combatientes entregaran las armas? ¿Y a cambio de qué las entregaron?

El Gobierno salvadoreño, presionado por los norteamericanos, aceptó ­a regañadientes­ entrar en la firma de los acuerdos de paz. Mientras que en la dirigencia del FMLN había un cansancio militar... influenciado por los acontecimientos mundiales, especialmente por la caída de los gobiernos «comunistas» de los países del Este.

Las causas del conflicto, que fueron esencialmente dos: económicas y represivas, siguen intactas. La situación social y política no ha mejorado en nada para las amplias mayorías de el Salvador. Medró, y nadie lo niega, la apertura democrática a partidos de izquierda. El FMLN participa hoy en las elecciones. Medró la economía que sigue beneficiando a las corporaciones internacionales y a la minoría oligárquica salvadoreña. La burguesía y las fuerzas armadas en connivencia ­y al amparo­ de los norteamericanos, se valieron de los escuadrones de la muerte para aterrorizar, asesinar y desaparecer a miles de salvadoreños. Los responsables nunca fueron investigados ni juzgados, y quienes los financiaron tampoco. La estructuras represivas siguen potencialmente activas, con Joaquín Villalobos (ex comandante guerrillero) de asesor. El Estado salvadoreño no impulsó investigaciones serias respecto a los asesinatos y a las desapariciones, que se cuentan por miles. En un informe realizado por Naciones Unidas sobre las violaciones de los derechos humanos, el Gobierno y la fuerza armada salieron mal paradas.

La ley de Amnistía decretada por la Asamblea Legislativa para 1993 dejó en libertad a los responsables de la muerte de los jesuitas. Mientras, dejaban en la cárcel a petición de la embajada gringa a miembros del FMLN que habían dado muerte en combate ­y por ende en legítima defensa­ a marines norteamericanos.

La inseguridad social se ha venido instalando en el país... en 1994 y 1995, morían acribilladas una alarmante cifra de 150 y 160 personas por cada 100.000 habitantes, se convirtió así en el país mas violento de América latina.

Un estudio llevado a cabo por la UCA sobre muertes violentas en el país decía que desde 1995 a 1998 habían muerto, en tiempos de «paz y democracia», unas 10.000 personas. Y en 2005 la cifra era de 3.761 y se convirtió, otra vez, en el país más violento del continente latinoamericano. Hay en este momento un escenario de impunidad casi absoluta, que prevalece desde los años setenta, se mantuvo durante la guerra, después de ésta y continúa. Siguen asesinando a personas vinculadas a los movimientos sociales y sindicales. Asesinatos políticos que muchas veces los encubren como «delitos comunes». Siguen matando a personas que en su tiempo fueron influyentes en lo político y militar dentro del FMLN. Hoy, hay más inseguridad que en tiempos de guerra.

Se aprueban leyes que benefician a las empresas extranjeras y los diputados en el Parlamento imponen como moneda oficial el dólar norteamericano. En el año 2001 se dolariza el país. En un estudio reciente llevado a cabo por la UCA (Universidad dependiente de los jesuitas) denunciaba que las multinacionales son las que mandan en el país, son ellas las que dictan las leyes y los partidos políticos en el Parlamento las acatan.

Quince años después de la firma de los acuerdos de paz, siguen abiertas las heridas que dieron origen al conflicto armado salvadoreño ¿La firma de los acuerdos de paz era el único camino? ¿A cambio de qué entregaron las armas y por qué? Las respuestas a estas preguntas las tienen que dar los dirigentes del FMLN. En este momento decir que en El Salvador se ha fortalecido la democracia es mentir, y decir que las cosas han cambiado también es mentir, a los datos nos remitimos.

Finalizada la guerra y con la firma de los acuerdos de paz, quien se ha beneficiado, ha sido la oligarquía salvadoreña y las transnacionales. Mientras los escuadrones de la muerte deambulan como león rugiente buscando a quién devorar, la miseria sigue siendo el pan de cada día de millones de personas en el país mas pequeño de América Latina.





http://www.gara.net/idatzia/20070117/art197484.php

sábado, 17 de marzo de 2007

Teología de la Liberación en américa latina


Por una hermenéutica latinoamericana

solidaridad con Jon sobrino.

La iglesia pretende silenciar – y lo conseguirá - a uno de los principales precursores y defensores de la teología de la liberación en América latina. Jon sobrino, sacerdote jesuita nacionalizado salvadoreño. Reside en el salvador desde finales de los años cincuenta. Fiel defensor de la causa de los pobres, de la justicia social. Por su osadía a enfrentarse a los gobiernos corruptos le han amenazado a muerte cientos de veces. Ha salido ileso de varios atentados. El 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas, hermanos, compañeros de Jon sobrino.

Primero fueron los militares y escuadrones de la muerte quienes en complicidad con los gobiernos burgueses de turno, puestos éstos por los gringos, los que intentaron silenciarlo. Hoy, y después de haber experimentado, en carne propia, lo que vivieron - viven - los pobres en el salvador, la iglesia que se dice heredera de los valores que defiende y actualiza - Jon Sobrino con su cristología primero y con su teología de la liberación después - le manda un aviso de amonestación. Ya lo hizo antes el Cardenal Ratzinger con Leonardo Boff en 1984 y hoy lo hace como Benedicto XVI con Jon Sobrino.

Todos sabemos quiénes pueden estar detrás de estos retrocesos que se están viviendo en la jerarquía de la iglesia. Mientras existan pobres los teólogos de la liberación y sus constantes denuncias permanecerán. Sin embargo, y, pensando en los miles de católicos que hay en aquél continente, somos conscientes de lo añejo que son sus discursos y sus planteamientos en torno a una iglesia que intentó hacer nimias reformas en su interior. Todos esos fieles latinoamericanos que siguen apostando por una reflexión teológica cercana a nuestras realidades y no la que imponen, muchas veces, desde el vaticano seguirán haciendo de la realidad teológica una teología de la realidad, teología de la historia, de lo político y de los cósmico.

Con el concilio Vaticano II. Los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín contextualizaron las reflexiones y recomendaciones que dio el concilio en Roma. Años antes del Concilio se venía gestando en las mentes de tantos teólogos latinoamericanos lo que Gustavo Gutiérrez dio en llamar a finales de los años sesenta, Teología de la Liberación. Es a este movimiento teológico que la jerarquía quiere silenciar. Porque les recuerdan, con sus reflexiones, dónde está el acento hermenéutico del mensaje actual y los signos de los tiempo, de quien dice la iglesia representar, Jesús de Nazareth, el Galileo.

Todos pensaron y depositaron su esperanza en que los cambios que anunciaban, iban a dar sus frutos, y vaya que si los dieron. En América Latina esos visos de cambios se experimentaron con gran prontitud, los salvadoreños tenemos en nuestro haber miles de mártires que creyeron en los principios básicos de los evangelios, incluyendo a sacerdotes, religios@s, y monseñor Romero.

La teología de la liberación no sólo acompañó con sus reflexiones a miles de campesinos, obreros, a luchar y mantener intacta su fe, ella fue sin lugar a dudas la que fortaleció, en su momento, a miles de los que creyeron que el reino anunciado por Jesús, puede ser posible hoy, aquí en la tierra y no allá en los cielos donde las estrellas dominan el espacio y el universo. La teología de la liberación parte del mensaje del Jesús histórico para interpelarnos hoy en nuestros días, y actualiza su mensaje evangélico, y eso es lo que no gusta a la jerarquía; los pobres de hoy, entiéndase en el contexto latinoamericano y en los países del Sur, son los cojos, los ciegos, los endemoniados de la época del Jesús que vivió en palestina hace unos dos mil años.

Actualiza, a quién va dirigido ese mensaje de sororidad y de lucha con una esperanza activa y no pasiva. Actualiza a los epulones del evangelio, con los ricos de este tiempo, interpela y denuncia al poder, cualquier poder, sea este político, económico, eclesiástico. Y eso es lo que no gusta a la iglesia porque la teología de la liberación pone como preferencia de esa salvación a los pobres de nuestros días. Y a los ricos les dice que sólo hay salvación si reparten las riquezas, y, vivan desde los pobres, la verdadera metanoia que necesitan para ver, en ellos, al cristo crucificado por el poder establecido de su tiempo como lo hace, el neoliberalismo, en el nuestro. Ese es el eje fundamental de la teología los pobres, mientras haya explotación, injusticias, represiones, pobreza, estará también la teología de la liberación, y la lucha por esa liberación supone, pues, que, empieza un nuevo reino de justicia, de igualdad, sororidad, etc. Por más que la iglesia pretenda silenciar a Jon Sobrino, miles de campesinos, mujeres, indios, negros seguiremos con la reflexión histórica y teológica en su caso, de que sólo la liberación nos hará ver que el reino de Dios empieza aquí en nuestras sociedades.

Indígenas

y 12 de octubre

A modo de justificación: permítanme utilizar, los mismos términos que todos inconscientemente usamos cuando nos referimos a los aborígenes de América latina. Se les llamó «indios» por equivocación. La historia es de todos conocida. Utilizaré en ciertos parágrafos ese término, aunque no lo comparta. Lo haré por la sencilla razón de que al hablar de ellos ­los indios­ estamos hablando de quienes vivían en ese continente, antes de la llegada de los españoles.

El 12 de octubre significa para miles de indígenas recordar el asesinato de millones de indios. No es posible desde la perspectiva del aborigen, del autóctono, celebrar este día. Y no lo es porque ello supondría celebrar la perfidia a los que lucharon por su libertad e independencia, desde el norte al sur.

Todavía hoy, en países latinoamericanos, la lengua, la cultura, y la identidad de las comunidades originarias siguen siendo invisibles para quienes sustentan el poder, esos pueblos sin estado siguen sin existir, no se les reconoce en las instituciones ni en sus respectivas leyes. Se les niega el derecho a existir como personas y como pueblo. No es de recibo por tanto celebrar a bombo y platillo esa fecha que significa destrucción, sometimiento, espolio, y desde entonces, miseria y humillación para miles por no decir millones de personas. «Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser» (Eduardo Galeano, “Ser como ellos”).

¿Qué tendríamos que celebrar? Desde el punto de vista de quien asesinó, impuso, sometió y ultrajó la cultura de los indios, la celebración es el día de la hispanidad, con ello lo que busca es negar la masacre de millones de indígenas, desde ese punto de vista, pues, para ellos la celebración del 12 de octubre, es el encuentro de culturas. Sin embargo desde el punto de vista de los pueblos sin estado ­originarios de aquel continente con nombre equivocado­ el aniversario tendría que ser de luto. ¿A quién beneficia que se hable en estos días de la hispanidad? ¿Qué se celebra realmente? Obviamente, los únicos que pueden estar celebrando este día son quienes asesinaron, sometieron con la espada y en nombre de su dios a miles de indígenas. Quien se impuso por las armas y la religión es quien puede realmente tener algo que celebrar hoy. El encuentro de culturas es más bien el triunfo de una cultura sobre otra. El silencio ensordecedor de millones de indígenas nos debería provocar el mea culpa, y que nos solidaricemos con su lucha y sus reivindicaciones.

Como premonición de lo que iba a constituir el capitalismo en toda América Latina, el 16 de diciembre de 1492, Colón dejó escrito en su diario: «los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres». Otro ejemplo del desprecio con el que vieron y siguen viendo a los indígenas. Lo que había en el fondo de esos viajes es ahora harto conocido, lo dice en su diario del «Descubrimiento», en él escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor.

Esos escritos han llegado hasta nuestros días y lo que en ellos se cuenta no es más que el punto de vista del vencedor. Esos escritos nos muestran cómo los españoles vieron y entendieron ­si es que llegaron a entender­ a las comunidades que allí vivían. Y es ese punto de vista el que sigue en el subconsciente de miles de latinoamericanos que reniegan de sus raíces. La negación de nuestros antepasados y su cultura era tal que hemos llegado a asumir que no debemos ser como ellos. Todavía hoy el indio en América latina sigue siendo el lumpen, la peor calaña de la tierra, incultos, vagos etc. Cuando ellos ­nuestros indios­ al fin hablen, escriban, juzguen, ¿quién dirá que lo que dicen es mentira? ¿Quién se atreverá a negar su existencia? Nadie. Ni los más acérrimos defensores de una corona rancia y atrasada. Ni ellos se atreverán a rasgarse las vestiduras, porque la inocen- cia de los que asesinaron será la voz, en el presente, de los millones de indios que asesinaron en nombre de ese dios inexistente.

No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. Es el punto de vista de los vencedores. Y según ellos, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial y así sigue siendo hasta nuestros días: «Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser» (Leonardo Boff).

En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: «Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada?».

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=39231

La insurrección de un pueblo oprimido

y el etnocidio encubierto

El salvador 22 de enero de 1932

En el salvador desde la llegada de los españoles, los pipiles y demás etnias mayas que vivían en ese pequeño territorio de sólo 20.000 Km. cuadrados fueron arrasados, masacrados, y esquilmados por enfermedades que llevaron los españoles al continente. Los indios que vivían en el valle de Cuscatlán, los que quedaron, no se rindieron fácilmente, levantamientos y emboscaban a los recién llegados. Desde entonces se han venido produciendo levantamientos contra los que llegaron a su territorio a imponerles una cultura y religión.

Desde la llegada de los invasores, su cultura e identidad había – y ha - sido pisoteada primero por los españoles, después por los criollos(hijos de españoles nacidos en el nuevo continente) para que le siguieran las burguesías criollas, privándoles de su libertad y su identidad. Los criollos, como los españoles, por muchos años y desde su llegada hicieron todo lo posible para que quienes allí vivían, fuesen vistos como animales. Era necesario primero desposeerles de su identidad, de su cultura para luego someterles y explotarlos. Para ello se valieron de una teología racista que justificaba el maltrato y el etnocidio.

La teología de quienes llegaban justificaba entre otras cosas, que los indios del nuevo mundo no tenían alma, eran, en otras palabras, animales que debían ser tratados como tal. Llegaron a decir - en su teología - que su dios era: misericordioso, magnánimo y amoroso con sus hij@s, que había dado riquezas, oro y otros minerales preciosos al nuevo mundo para que el hombre blanco fuera a por ellos, y de esa manera, llevarles la palabra de dios a los indios sin alma de aquél continente. Ese es por tanto el pozo ideológico que subyace en el pensamiento de las burguesías de América Latina.

La insurrección popular.

En 1932 miles de indios, campesinos, obreros, amas de casa, abuelos... lanzaron una insurrección armada para liberarse de la explotación a la que los estaban sometiendo la burguesía criolla. Éstos al verse superados por lo "indios" pidieron ayuda y los gringos, acudieron al ¡socorro! pusilánime de la burguesía cafetalera del país. Los gringos acuden a ayudarles porque, cinco años atrás, habían sido derrotados por el pequeño ejército loco de Sandino en Nicaragua y querían enseñarle a los "indios" de que en su "patio trasero" no permitirían otra derrota e insurrección.

En los años 30 las clases sociales en el país estaban ya definidas. En El Salvador existía una oligarquía cafetalera y una pequeña burguesía compuesta minoritariamente por las familias económicamente poderosas. Una capa media social exigua que en su mayoría estaba formada por profesionales y militares. Y por último, una clase social mas pobre y amplia, en la cual se encontraban los que tenían menos recursos económicos, obreros, campesinos, indios, etc. Para evitar que otros sectores de la sociedad ingresaran al círculo reducido de la burguesía tendían – tienden - a casarse entre ellos o con personas provenientes del extranjero, lo hacían – lo hacen - porque querían y quieren convertirse en una raza diferente a la mayoría del pueblo salvadoreño. No sólo por sus "costumbres sociales", si no también por el color de su piel.

A final de los años veinte en un lugar la capital de San Salvador, Ilopango, se reunían clandestinamente un grupo de intelectuales, indígenas, campesinos y obreros salvadoreños para ir formándose con lecturas de Marx, la revolución bolchevique, escritos de Lenin etc. Este pequeño grupo de personas serán las que van a fundar el Partido Comunista. El trabajo de organización no fue tan fácil, pero si fue prolifero ya que en menos de seis años el trabajo de congregar a las clases desfavorecidas entorno a una idea común dio sus frutos. Se incrementaron las luchas estudiantiles, sindicales, y sociales. Así, fue creciendo el descontento en la población y la agudización de las contradicciones sociales se ponía en evidencia, entre los pobres, la inmensa mayoría, y, los ricos, unos pocos.

El pueblo va tomando paulatinamente conciencia de lo bueno que debe ser vivir y sentirse indígena a pesar del desprecio al que son sometidos por su cultura, su identidad y su lengua. Querían seguir con los valores de sus antepasados, no compartían con la burguesía criolla, nada, los primeros se habían –se han – encargado de que esto se convierta en una relación antagónica ya no sólo de clase también de raza. Los indios eran y – son – comunitarios a diferencia de los ricos, así vivían antes de la llegada de los españoles y así querían seguir viviendo. Encontraron en ese modo de producción, el socialismo, algo parecido a lo que sus antepasados habían vivido y llevado a la práctica, una sociedad comunitaria. Habían desvelado por fin, lo que les habían impuesto por medio de la espada y la cruz, obligándoles a someterse en nombre de dios a los designios del hombre blanco.

La revolución mexicana había ejercido una influencia positiva en Farabundo Martí, y era suficiente para que los dirigentes salvadoreños en su análisis del país optaran por el socialismo, como única vía posible para el desarrollo integral de las personas. La mayoría de miembros del movimiento insurreccional eran indios mayas que habían tomado consciencia de su realidad, de su identidad y de su lucha. Pueblos como Izalco, Nahuizalco, Juayúa, Zalcoatitlán, Ahuachapán etc... La insurrección en El Salvador fue una de las primeras en promulgar una lucha revolucionaria y construir un sistema nuevo, diferente al capitalismo dependiente y feudal de la época.

Eran indios, campesinos, obreros, jornaleros del campo, estudiantes universitarios, profesores, eso la burguesía no lo iba a tolerar. Indios hablando en nombre de todo un pueblo. Indios organizados entorno al partido comunista de entonces, por ello la burguesía no iba a consentir que esos "ignorantes y analfabetos" pudieran pensar, hablar y organizarse al margen de ellos. Esta fue una de las primeras insurrecciones armadas en el continente latinoamericano. Quienes ahí lucharon lo hicieron porque querían construir un sistema nuevo, en el país, el socialismo.

Sin embargo las armas con las que contaba el movimiento insurreccional no eran lo suficientemente modernas de la época como para enfrentarse y derrotar a la oligarquía que contaba con el armamento proveniente de los Estados Unidos. La insurrección fue un intento de liberar a un pueblo que por primera vez hacía realidad su sueño de sentirse sujetos de su propia historia. Pero no tenían el armamento necesario para conseguirlo.

En un lapso de tres días, el ejército gubernamental, apoyado por algunas cuántas milicias civiles, sofocó la rebelión. Durante las semanas posteriores las tropas dieron muerte a sangre fría a miles de supuestos "comunistas". En ciertos pueblos como en Izalco y Nahuizalco la represión fue indiscriminada, siendo fusilados casi todos los varones mayores de doce años que no lograron huir. La persecución duró más de un mes y al menos, se contabilizaron mas veinte mil fusilados según cifras oficiales del ejército y del gobierno. Como siempre ellos bajan la cantidad de muertes porque para ellos decirles que han sido mas de treinta mil es mucho, pero veinte mil, no.

En estudios basados en periódicos y revistas de la época se leen los verdaderos objetivos de la represión y la posterior matanza de los sublevados. El objetivo verdadero de la burguesía salvadoreña era acabar con los indios. La lectura de estas fuentes olvidadas sugiere reivindicar al indígena Izalco —sinónimo de comunista— como actor de su propia historia. Más allá de la consagrada dicotomía —"comunistas" contra "capitalistas", "liberales de izquierda" contra "conservadores de derecha"— se apunta una tercera vía: una perspectiva étnica, solo así se entiende meses después de la masacre que el gobierno promulgue leyes prohibiendo que los indios hablen en su lengua, el náhuatl, su vestimentas, ritos y costumbres con penas de cárcel o fusilamiento. Así se descubre una paradoja. Al salvar el abismo de toda bipartición, los posmodernos aún no reconocen una posible división que no sea doble. Tampoco el pensamiento poscolonial sobre 1932 a descubierto América. Los escritos que se han hecho hasta hoy no revela una dimensión indígena de los sucesos. El "(Anti)comunismo" es excusa para expresar y ocultar la etnicidad indio-ladino, en un país con un cuarenta por ciento de población indígena. Al analizar fuentes olvidadas con respecto a uno de los sucesos más trágicos que vivió el país durante el siglo XX supone hacer una reflexión en el presente. Supone entre otras cosas desenmascarar a los verdaderos responsables. Por el etnocidio, el imperialismo da paso a la ley del Imperio, como única esfera internacional en su política de "entendimiento humano".

La burguesía criolla financió y recibió apoyo desde el norte... el día 22 de enero y en los días posteriores al levantamiento armado, el ejército masacró a mas de treintamil personas en menos de un mes. Murieron entre otros, Farabundo Martí Y Feliciano Ama, dirigente indígena. También un largo número de personas anónimas que recordamos en esta fecha que se acerca. El 22 de Enero de este año que recién empieza, celebraremos en EL Salvador otro año mas de impunidad. La insurrección de los indios de occidente del país fue la excusa perfecta para que la oligarquía criolla y con el apoyo de Estados Unidos cometiese uno de los primeros y más desgarradores etnocidios del sigo XX en El Salvador.

Hablando de la migración

y otras groserías

Gara

Se está hablando estos días mucho sobre el tema de la migración. Y hablan los mismos de siempre, no como un tema del cual les preocupan las causas que obligan a salir ni la situación de las personas que están llegando, sobre todo, a Canarias. Pero casi nadie, por no decir nadie, apunta a la causa que origina la salida de tantas personas del planeta a migrar. El modo de producción capitalista, con su política neoliberal, esta desangrando a todos, pero mucho más a los que proceden, como se ve en los medios de comunicación, de los países del Sur. Bien sabemos que la preocupación no va por allí. No. La preocupación de los gobiernos va por otros derroteros. Les preocupa dar un imagen de gobierno blandengue. Y mano dura a los «ilegales», palabra más vil, pusilánime y fuera de lugar desde el punto de vista... en fin, desde todos los puntos de vista.

Se habla de que el Gobierno canario no puede con ­permítanme la expresión­ «la avalancha» de inmigrantes que llegan en pateras, cayucos... a las Islas. El Gobierno canario pide al español más ayudas para frenar la avalancha. Y el Gobierno español pide a Europa más ayuda, y Europa promete ayuda; porque el tema de la inmigración, como dicen ellos, nos compete a todos.

Mientras tanto, el Gobierno español remite a las ONGs a ciertos migrantes y éstas, claro está, reciben ayudas-migajas del Gobierno español, pero reciben y atienden, asisten a los desfallecidos inmigrantes. El dinero público, aún siendo poco, las ONGs con su labor, su esmero y desinterés parchean una realidad que le compete al Estado subsanar. Y ellas cumplen con mística solidaria los requisitos para garantizar que aquél a quien atienden recibe la limosna que les ofrece el Estado, pero sólo durante tres meses, y luego a los que han podido entrar se les abandona en las calles de cualquier ciudad y a buscarse la vida como buen migrante sin documentos que es. Así la gente los ve a los pobrecitos deambular buscando trabajo o, si no, mendigando. O para que otro ínclito y anónimo caritativo se compadezca y le asista. La sociedad siempre dispuesta a socorrer al desvalido. Y ahí, en la realidad más oscura, como por arte divina, la Iglesia que no les abandona, les asiste, les atiende, porque si no lo hace ella, el Estado y las ONGs simplemente les abandonan.

El tema da para mucho. Se puede hablar desde muchos puntos de vista; el económico, el cultural, el social y político, etc. Se puede hablar en el bar con amigos, y curiosamente en las conversaciones siempre quien tiene la culpa de todo es, precisamente, el migrante. El foráneo, el inmigrante que llega a nuestro país a quitarnos los puestos de trabajo... y se oyen los tópicos y los mismos comentarios que se hacían con los gitanos. «Ellos reciben ayudas, ¿y nosotros qué? Nada». «¿Y mi hijo que no trabaja, qué?». «A ellos, a los inmigrantes, les dan hasta vivienda...».

Nunca tenemos la culpa nosotros, pudiendo cambiar gobiernos que están llevando políticas que benefician a las corporaciones, a las empresas, a las transnacionales en vez de políticas que eviten que tantas personas tengan que huir de su tierra a buscarse una mejor vida que la que les ofrece su propio país, gobiernos como los de Bush y sus secuaces, y entiéndase por secuaces tanto a la Unión Europea como a los gobiernos títeres de los países del Sur, porque son ellos los que cumplen a pies juntillas lo que les dictan el Banco Mundial y el FMI. Y todos sabemos a estas alturas quien da las órdenes... Gringolandia, su Gobierno y sus políticas represivas en el mundo. Este es el quid de la cuestión. El neoliberalismo es el verdadero responsable de que hoy en día las migraciones en el mundo sean mayores que otros años.

Para finalizar sólo queda argüir lo de siempre, el tema de reflexión que más de una vez ha salido entre amigos después de una jornada laboral cansina, tomándonos un café: Para mantener nuestro nivel de vida se necesita establecer unas relaciones profundamente antagónicas con los países más atrasados tecnológicamente y ricos en materias primas. A esos países se les mantiene en el subdesarrollo, el cual aparece como otra cara del desarrollo. El subdesarrollo surge como un desarrollo dependiente y asociado al desarrollo de los países ricos.

El sujeto histórico serían, los pueblos del Sur, que deben adquirir y elaborar una conciencia de su situación de oprimido, organizarse y articular una serie de prácticas que tengan como objeto el logro de una sociedad alternativa menos dependiente e injusta.

Mientras unos terminan de dar los últimos sorbos al café, Patxi suelta un eructo al terminar su cerveza y Mikel le echa la mirada a una cubana que pasa al lado de donde nosotros acabamos de arreglar, en el bar, el mundo. Y mañana será otro día, hay que currar, y siguen llegando pateras, pero habrá que dejar el tema para otro día, si sale.

Teología de la liberación y marxismo. Van de la mano en América latina.

En América latina si se va a construir el socialismo en este siglo XXI, si queremos cambiar las estructuras injustas, habrá que contar, nos guste o no, con la religiosidad popular, . Entiéndase religiosidad popular como algo diferente, en todos los sentidos, de lo que es la iglesia institucional. Los pobres de América latina tienen una herramienta ideológica de análisis teológico para aquellos que se consideran cristianos, esa herramienta se llama teología de la liberación y que en su hacer teológico subyace el marxismo. Como a los marxistas, el marxismo fue a aquellos que se consideraban, en su día, revolucionarios. Ese análisis marxista tiene que seguir siendo un soporte ideológico y herramientas necesarias para hacer un análisis de clase.

La lucha por la liberación de nuestros pueblos latinoamericanos sigue - y pasa - por confrontar y enfrentar ideológicamente al imperialismo, de momento, esa herramienta, es la dialéctica materialista, en otras palabras marxismo y teología de la liberación, hoy por hoy, tienen que ir de la mano. Es la herramienta necesaria para desenmascarar la explotación a la que somete ese modo de producción a las personas.

El imperialismo con su modelo de explotación y su nombre recuperado por conservadores economistas, el neoliberalismo, que no es mas que el capitalismo a escala planetaria. Continua exprimiendo a los obreros, a los campesinos. Si ampliamos mas la clase que no es dueña de los medios de producción, y la tomamos “prestada” de los teólogos de la liberación, nos encontramos con un abanico mucho mas amplio: los negros, las mujeres, los inmigrantes, los niños. Todos estamos siendo, en este momento, y en silencio presa del neoliberalismo, nos come, nos mata, no niega tanto física y psíquicamente.

En América latina la situación político social puede darnos en el futuro otra perspectiva en el continente y esa tiene que ser de esperanza y de lucha, de cambios estructurales etc. Si se afianzan los procesos que se están viviendo en varios países, las materias primas, riqueza esencial para el bien común de los pueblos se queda para el beneficio de la gente mas sencilla y humilde, veremos otros rostros emerger con social justicia de la nada, de esa nada que hasta nuestros días se les ha negado todo. La lucha continúa en todo el mundo y en el continente de América nativa también. Sin olvidar su carácter de clase eso tiene que por fin dar su frutos.

Y es que esa lucha sigue siendo de clase, aunque hay algun@s de esos que se dicen “intelectuales” que renieguen de su pasado marxista. Alegando entre otras cosas que las condiciones sociales han cambiado y lo que se vivió en el pasado de represión y de explotación, ya no tiene vigencia. Con esto se evidencia lo lívido y débil de sus principios. Pero que el capitalismo, con sus expresiones de explotación, sigue haciendo de las suyas en muchos países del Norte como del Sur es harto evidente y nadie lo puede ignorar.

Teología y de clase.

La teología de la liberación en América latina empezó hacerse de clase en los años sesenta incluso en los cincuenta. Teólogos de todo el continente comenzaron a debatir sobre cómo construir ese pensamiento espiritual desde la perspectiva de los pobres del continente latinoamericano. El Vaticano II fue un impulso, aunque débil, para muchos teólogos. Teólogos como Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, Leonardo Boff, por poner algunos nombres, comenzaron y construyeron desde el marxismo, lo que hoy conocemos como teología d el la liberación. Y algunos han dando su vida por defender a los oprimidos, a los pobres, a los sin tierra, a lo sin techo. Sin embargo a otros les ha sido difícil llegar a entender - o ver - con claridad esa especificad teológico marxista latinoamericana. Otros la mayoría de los que lucharon en El Salvador como en Nicaragua, tuvieron acceso al marxismo desde el cristianismo de base.

En Centroamérica las Comunidades Eclesiales de Base, desde el ámbito católico, concientizó a millones de personas y desde ahí partieron para cambiar las estructuras injustas del capital que imponían los gringos en la zona. La iglesia popular fue el nombre que se dio a ese movimiento cristiano de liberación para diferenciarse de la iglesia institucional y papista. Llegar a ver en ellos, tanto en el pasado como hoy, la lucha que se libra en América latina y comprender esa conjunción de análisis, no es tarea fácil para aquellos que en Europa han sido víctimas de las dictaduras y que eran bendecidas por la jerarquía de la iglesia católica. Por esta razón es necesario plantear y revelar lo que en el fondo la teología de la liberación nos ofrece.

Algo parecido le paso a Fidel y lo comentó con Leonardo Boff cuando éste le visitó, en la isla, en el año 1985, en el escrito L. Boff comenta la experiencia con Fidel; (...) “Algunos puntos de aquella convivencia me parecen relevantes. Primero, la persona de Fidel. Es más grande que la Isla. Su marxismo es ético más que político (...) su buen conocimiento de la teología de la liberación. Había leído una montaña de libros, todos anotados con listas de términos y de dudas que aclaraba conmigo. Llegué a decirle: «si el Cardenal Ratzinger entendiese la mitad de lo que entiende usted sobre teología de la liberación, bien diferente sería mi destino personal y el futuro de esta teología». Y en ese contexto confesó: «Cada vez me convenzo más de que ninguna revolución latinoamericana será verdadera, popular y triunfante si no incorpora el elemento religioso»." (...) «Estuve interno en los jesuitas varios años; me dieron disciplina pero no me enseñaron a pensar. En la cárcel, leyendo a Marx, aprendí a pensar. Por causa de la presión estadounidense tuve que acercarme a la Unión Soviética, pero si hubiese tenido en aquel tiempo una teología de la liberación, seguramente la habría abrazado y aplicado en Cuba» http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=181

resumiendo es necesario, pues, luchar con - desde la teología de - la liberación para hacer realidad la praxis revolucionaria de millones de personas que viven su cristianismo desde esa perspectiva. Y de millones de latinoamericanos que viven su praxis revolucionaria desde el marxismo, implícitamente en la primera (teología revolucionaria como le dio en llamar en sus incipiente pensamiento teológico Ignacio Ellacuría), ya que las herramientas de ese estudio teológico es precisamente, marxista. Por eso que no nos resulte extraño ver en manos del Presidente Chávez algún que otro símbolo religioso. Porque sólo conjugando los dos, sin llegar a confundirse, podemos construir en América Nativa, el socialismo del siglo XXI.