miércoles, 12 de marzo de 2014

Rutilio Grande mártir de América latina.

A Rutilio, sin embargo sí, y es precisamente la educación que por medio de la religiosidad de los campesinos lo que hace que poco a poco vaya proponiendo grupos de reflexión entorno a los evangelios, y esto es creo, desde mi punto de vista, lo que hace a Tilo, un revolucionario.
No es fácil hablar de Rutilio, y no es fácil,  porque además de sacerdote comprometido con su vida religiosa también fue un revolucionario. Revolucionario porque con él dio inicio la concientización de los campesinos y con ella llegaron a las organizaciones populares y de allí a la lucha revolucionaria. Estas dos facetas de Rutilio - y sin que él lo previera - combinaron muy bien a la hora de impulsar un trabajo  que, hasta entonces, no se había llevado a cabo por ningún sector político de izquierdas del país. Hubieron intentos pero… ninguno de ellos llegó a buen termino.
El sacerdote Rutilio fue el que se incorporó a El Paisnal. Él, eligió su pueblo y eso  a pesar de sus contradicciones, que las tenía, con sus superiores de su comunidad. Y a pesar de ello, para allá marchó e inició ese proyecto por el que tanto había luchado. Fue ese compromiso el que le llevó primero a comprometerse por las causas de los más pequeños, los pobres de  el salvador. Fue precisamente su pueblo el que le mostró el camino por el que debía de transitar la vida de  él como cura.

Fue Rutilio quien inicio con una pastoral comprometida con los más pequeños del país, a finales de los años sesenta del siglo pasado, en 1970 empezó esa larga brega pero hermosa. Sus comienzos no fueron fáciles.  Algo ayudó quizás el hecho de que, años atrás, el concilio de Vaticano II abriera las puertas de la iglesia para entrará el aire de la sociedad en sus estancias. Rutilio  estaba comprometido con su manera de entender el compromiso religioso, eso fue lo que le hizo comprometerse quizás con la educación de adultos. Hasta ese momento si habían habido intentos por alfabetizar a la población rural del país, no había tenido existo. A Rutilio, sin embargo sí, y es  precisamente la educación que por medio de la religiosidad de los campesinos lo que hace que poco a poco vaya proponiendo grupos de reflexión entorno a los evangelios, y esto es creo, desde mi punto de vista, lo que hace a Tilo, un revolucionario.
La enseñanza de adultos en las zonas rurales de Aguilares es la que llevó a comprender también, desde el punto social,  que eran los pobres quienes desde su praxis de lucha y sobrevivencia leían mejor los evangelios. Se dio cuenta además que una vez, los campesinos descubrían las “letras” y las interpretaban, empezaba un simbiosis entre reflexión-realidad-compromiso y otra vez, reflexión. El análisis político llevaba implícito en ella el carácter de clase que ofrecían los campesinos. Rutilio fue comprendiendo el día a día en los pueblos y cantones de donde salían los campesinos a la catequesis y a la educación. Vio que ser itinerante les suponía, un esfuerzo. Y allí, precisamente allí, es cuando Rutilio no empieza a vivir sus compromiso, como sacerdote jesuita y, ahora como educador, pero también revolucionario.
Fueron esos compromisos, creo, lo que llevaron a ser lo que fue y por el que la inmensa de salvadoreños, le conocemos.
Con sus conocimientos de pastoral y desde la alfabetización de adultos hizo que la realidad social en las que vivían casi en el ostracismo estructural los campesinos, ayudó de alguna medida a que a ellos se les revelara ante sus ojos, su realidad…, la reflexiones teológicas que hacían  de su vida para que, desde esa perspectiva intentarán como así fue, que, ellos, transformaran la realidad injusta a la que se les había estado encasillando por tantos años por parte de los terratenientes de la zona que, con la complicidad represiva de la policía de hacienda, les mantenían en el terror a la inmensa mayoría de los trabajadores rurales de la zona, y del país.
Sin lectura no hay conciencia,  y si no se tiene conciencia es imposible interpretar la realidad pero para llegar a tener conciencia primero hay que saber leer. Y si no se lee, mejor dicho, si no se sabe leer y escribir de eso es de lo que se  vale, precisamente quienes mantienen una estructuras social y económica, el capitalismo en este caso, y  donde la burguesía que se imponen como los dueños y señores, puedan seguir explotando al que, además de pobre, es un ignorante. Y ese es el descubrimiento que van hacer los campesinos una vez se dan a la lectura, y es su realidad y la lectura las que  les enseña, vía, catequesis, una realidad, la de ellos que ante sus ojos, no se les revelaba, hasta que llegó Rutilio.
Los campesinos de Aguilares,  El Paisnal y de todos los pueblos y cantones de la zona, una vez que la lectura les hacía entender su realidad y ésta les comprometía a querer - o al menos intentar – cambiarla…,  empezaron a tener conciencia social primero de su entorno, y esa conciencia social les llevó a una conciencia de clase y ésta, a comprometerse políticamente para terminar militando en la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños, FECCAS, y la Unión de Trabajadores del Campo, UTC. y desde esa organización transformar la realidad social, económica y política del país.  
Y que para que esto tuviera un principio y un final fue necesario la persona del Padre Rutilio Grande, sacerdote Jesuita salvadoreño.
Lo de FECCAS-UTC, es otra historia en la que vale  analizar – y profundizar - por aparte.
Rutilio Grande. Manuel Solorzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16. Los tres fueron acribillados por elementos de la guardia nacional un 12 de Marzo de 1977. Por ellos, y por  la memoria de los mártires de américa latina, prohibido olvidar. 

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