viernes, 28 de marzo de 2014

San Romero de América

Siempre estuvo del lado de los marginados, de los pobres, de los más pequeños del país. Vivió las bienaventuranzas, a su manera, sin embargo los últimos tres años de su vida los vivió a la luz de una realidad social y económica que, igual que a Jesús, le obligo a tomar partido por los más pequeños.
Monseñor Romero.

Arzobispo de san salvador por solo tres años, pero fueron los suficientes como para dejar su impronta como sacerdote en la vida de todos los salvadoreños. Hasta la burguesía que siempre ha considerado a Romero como un “anti cristiano”, le sigue guardando un cierto temor a 34 años de su martirio.

La realidad salvadoreña no ha cambiado desde su martirio. La sociedad salvadoreña sigue siendo brutalmente clasista. La oligarquía, la burguesía y los nuevos pequeños burgueses siguen siendo los que dictan, en su mayoría de las veces, las “normas” que rigen la sociedad. Hoy como ayer sigue existiendo miseria aunque el fmln y Mauricio Funes en el gobierno, haya intentando tímidamente paliar la pobreza y la miseria de miles de salvadoreños.

Monseñor Romero nos ha dejado un sinfín de escritos de donde podemos seguir dando luz a la realidad social, política y económica del país. Tenemos sus escritos, sus homilías que nos sirven además de orientación y de termómetro para saber hasta qué punto, lo estamos haciendo bien. No hace falta ser un erudito para darnos cuenta que, todavía, queda mucho por hacer.

Monseñor Romero fue un buen sacerdote vivió su entrega siempre, desde la perspectiva de los humildes. Siempre estuvo del lado de los marginados, de los pobres, de los más pequeños del país. Vivió las bienaventuranzas, a su manera, sin embargo los últimos tres años de su vida los vivió a la luz de una realidad social y económica que, igual que a Jesús, le obligo a tomar partido por los más pequeños de la tierra pero desde la perspectiva de la teología de la liberación. Él no era un teólogo erudito en las ciencias de la teología pero sí vivió y llevó a hasta las ultimas consecuencias la teología, la vivió desde la perspectiva del oprimido.

Su sentir con la Iglesia, lema que escogió para su obispado, lo hizo real, activo y sobre todo humano. Es esa humanidad la que le llevó a denunciar a las diez de la mañana en Catedral las injusticias que la burguesía, los militares y los gringos infringían a la inmensa mayoría del pueblo salvadoreño. Monseñor Romero acompaño al pueblo en todos los sentidos desde la casa más pobre a la organización más locuaz, decida y sobre todo de, clase, que era ya la opción de miles de campesinos, obreros, estudiantes, religios@s, sacerdotes, etc… entender la figura del mártir de América ahora es, entender, los entresijos de los más pobres del país.

Ahora más que nunca su vida y su compromiso tienen que estar al servicio de ellos porque sólo desde esa perspectiva social y de clase, podemos entender el legado y el compromiso de Monseñor Romero. Hablar de Romero de su religiosidad y su manera de vivir el sacerdocio es, también, hacer énfasis en lo que debe ser el compromiso de aquellos que de alguna u otra manera viven y entienden su compromiso de ser cristiano.

Esto es lo que a muchos les sigue incomodando porque ver en Romero la vida cristiana supone para ellos, medir su compromiso y sobre todo, hacer realidad sustantiva en la tierra las bienaventuranzas. “Sediento y me diste de beber, hambriento y me diste de comer, desnudo y me vestiste, en la cárcel y me fuiste a ver” aquí es donde hay que vivir y hacer realidad por lo que tanto amo y se entregó Monseñor Romero, el mártir de América latina, con él, Jesús pasó en el pulgarcito de América. Y de qué manera.

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