miércoles, 27 de junio de 2007

conversaciones dialécticas...

conversaciones dialécticas entre el hombre y el dinosaurio

parte tercera.

Hombre. Silencio y un poco más.

Hombre que mira desde el techo un pájaro azul que no ha existido. Soy como la vida misma que camina buscando su papel inoportuno para arrancarle a las cigarras su voz de canto y canto miel. Tus besos, mujer, en este silencio, son como el agua que moja mis párpados al anochecer. Son como si el invento de que la luna es de queso sea infantil como el cuento de la flor de los olivares que nunca supe.

Hombre que mira desde el otro espectáculo que parece un circo y una bobería de cierto nivel de desenfreno. ¿Reclamo! ..., gritó el hombre y nadie le respondió. Será que es cruel cuando habla de las voces que escucha cuando ella no esta. No puede ser por que a ella, nunca se lo ha dicho. Cómo que no se lo ha dicho. Claro, tú piensas que el silencio es mejor a los oídos que un espacio vacío y una golondrina que no sabe volar. Eres cruel hombre incauto. Eres cruel hombre insensato. Espera un poco. O mejor no esperes nada de esa ruta que te va marcando el corazón y de ella, su especificidad.

Hombre que mira a otro hombre. Silencio, pausa y estupor. No es el corazón el que palpita . es la vida misma la que tu ruta de corazón guía. Que no ves que ha sufrido la parálisis emocional de otro amor. Que no ves que ha eternizado las emociones gratuitas de otro amor que no se ve... si supieras lo que es la vida hombre que mira a otro hombre, comprenderías que la felicidad que ella posee es de ella y de nadie más.


Hombre que mira a otro hombre escrutando otros tiempos. Hombre que mira a otro hombre esperando de la niebla espanto. Hombre qué buscas en esa flor que a todos gusta. Qué miras cuando la ves sonreír con su risa de otros tiempos.

Déjala que encuentre la ternura y la conduzca sin temor. Déjala que se divierta con las caricias de tus fétidas manos. Entrégale la verdad que siempre has deseado de ella. Muéstrale el rincón de aquel campesino amigo que amo a su pueblo cuando eran solo un niño de pies desnudos.

Hombre qué miras con tus ojos que no tienen luz. Hombre qué miras cuando la ves todos los días en ese tu tálamo inventado. A qué juega tu corazón marchito por este exilio que cada año te seca el sentimiento de volver a donde deberías de estar, sembrando vida..., con tu vida. Sembrando silencio con tus escamas de tus labios. Mezclando abejas asesinas con coroneles distantes de ese imperio que sigue devorando vida como si devorase al estiércol que en sus palabras anida.

Hombre que no sabes que ella es tierna con sus manos dulces de placer. es como cuando se mezclan entre el éxtasis contemplativo y las caricias que a ella le das, te reviven su olor, su aroma y su ternura. Fíjate en sus ojos, su mirar es tierno y disonante. Ella quiere y no quiere. Ella exclama y no exclama. Ella vive el momento pero le teme. Ella, hombre antiguo, es simplemente un amor que siempre está presente en todos los rincones de tu piel, ¿verdad?.

Me comentaste, hombre, que la última vez le diste un beso con ternura tropical.“¡NO! - ahora por primera vez habla el hombre - (...) le di un beso con la ternura que yo poseo y que con nadie comparto solo con ella..., ella es para mí la sabia que me invita a vivir. Me invita a construir una utopía clandestina, todavía. Ella es así para mí... para serle sincero. Siento que mi pecho se queda pequeño para amarla..., la amo tanto, que el invento de este amor en mis genes de otros padres, me parece que, a mí, me pusieron en exceso, el de los genes del amor..., pero con ella, el pecho y mis neuronas son pocas para abarcarla con todos los medios posibles..., mi escritura se queda corta para expresar lo que por ella siento, mi pensamiento es poco para pensar en ella..., mi tiempo es diminuto cuando estoy a su lado..., cuando la amo..., amigo, hasta las paredes me parecen que no existen.

A este hombre se le pega el alma a las tinieblas de la madrugada. Se le enjuta el corazón el pensar que ella es un misterio en las manos de unos cuantos escrupulosos de una vida sin fin. A este hombre las mismas canciones de ayer le dicen las mismas cosas de ayer pero con un acento mucho más cierto, ecuánime, visceral a la entrega de otros dioses por la libertad de otros hombres. Este hombre si existiera un laberinto donde se escondiera él y ella, solamente eso le haría feliz. Ella es la mujer que ama, que le invita a seguir viviendo en este pequeño exilio de solamente siete años y nada más.

El dinosaurio es mucho más poético que él. Es mucho más escrutador de los destinos que él. Es mucho más esperanzador que ese pequeño país donde nadie le enseña, por el momento, los dientes a los viejos vecinos asesinos de los sueños. Los mismos que le quitan el sable a las espinas para enseñar a matar hasta aquellos que no pelean, es decir que los yanquis son los verdugos de los más verdugos que han existido en este pequeño e insignificante planeta Gaia-tierra.

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