Conversaciones dialécticas entre el hombre y el dinosaurio.
Ayer hablé con las amigas que se acercan y le adulan con ternura sobre los relámpagos que se oyen en esta vida. Me dijeron muchas cosas que yo no entendí, como por ejemplo que el cien pies tiene exactamente, cien pies..., ¿tantos pies?. No. No tiene tantos, según los expertos él ciempiés tiene solo 17 ó
Y para que no me atreviera a insinuar mis amoríos tardíos y subliminales..., me dijeron entre otras cosas que; en San Sebastián hay una calle que le llaman “calle cuesta culo” o algo parecido.
Díganme, pues, de quién se camufla la verdad. De los yanquis grotescos en sus comidas. Del pulgarcito que el yanqui no conoce pero que lo odia sólo por ser un enanito guerrillero de otros tiempos. O es que su canción y homenaje a la mentira de esos yanquis, la tenemos que estar oyendo a cada rato por las televisiones incluso en Internet.
Cuando chateo en este ordenador frío como la risa macabra de un camaleón agonizante. Me pregunto ¿ Ella, qué estará haciendo con esas monjitas que son tan apasionadas a un Jesús que ni conocen?.
El camaleón amigas mías(que no es lo mismo decir una cama y un león) me propuso lo siguiente en esta conversación a la que nadie le invito. Aunque como siempre, estaba ahí sin que nos percatáramos de su presencia y susurrándome con una voz dulce y suave a mi oído izquierdo dijo: “multitud. Multitud... será una mujer mucho más hermosa cuando venga de donde ella va... multitud..., multitudddd” y se apagó su voz.
Esas cicatrices que poseo y por las que vivo. Son los eternamente indocumentados..., los que tienen un pasaporte español para cinco años..., una de ellas es mi cicatriz puntual de estos días..., ella ríe.., y me encanta su risa de sabor a beso que no da. Me encanta esa cicatriz que viste de colores morados y que prefiere el negro al color colibrí... ¿ Sabrá, ella, algún día a lo que me refiero?. Cuando ese día llegue espero estar ahí abrazando su en hora buena. Abrazando la excusa de otros días. Abrazando el sentir de unos abrazos melodiosos que jamás escucha nadie. Ni aún teniendo oído absoluto.
Ella es mi cicatriz de hoy. Sin embargo tengo otras que son sólidas superficies de los recuerdos que hoy viven como ayer. Que hoy sienten como ayer. Que hoy son verdes como ayer. Que hoy..., son más hermosas como ayer. Y pensar que en un tiempo les temí. Ellas andaban descalzas como jugando a estropear asfaltos que en vez de acariciar sus piececitos ínfimos les aturdía la saliva el pensar ... qué beber.
El esperma volador es otro de esos que nunca ha existido en mi dócil triangulo amoroso de la soledad. Amanece como ayer. Sigue lloviendo como ayer. Sigue enlutando la sonrisa de miles de huérfanos que caminan por aquellos recónditos lugares de otros tiempos. Como sacados de un diccionario de espermatozoides cotidianos de mucha juventud. De millones de jóvenes y de distinto color.
Pero el mío ese esperma volador que no sé cuándo lo esparcí. cada vez se parece más a una que de tan hermosa solo puedo decirle “...ama del amanecer dame tus manos de ceda que en mis manos arden fuegos libertarios...”
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