Por una hermenéutica latinoamericana
solidaridad con Jon sobrino.
La iglesia pretende silenciar – y lo conseguirá - a uno de los principales precursores y defensores de la teología de la liberación en América latina. Jon sobrino, sacerdote jesuita nacionalizado salvadoreño. Reside en el salvador desde finales de los años cincuenta. Fiel defensor de la causa de los pobres, de la justicia social. Por su osadía a enfrentarse a los gobiernos corruptos le han amenazado a muerte cientos de veces. Ha salido ileso de varios atentados. El 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados seis sacerdotes jesuitas, hermanos, compañeros de Jon sobrino.
Primero fueron los militares y escuadrones de la muerte quienes en complicidad con los gobiernos burgueses de turno, puestos éstos por los gringos, los que intentaron silenciarlo. Hoy, y después de haber experimentado, en carne propia, lo que vivieron - viven - los pobres en el salvador, la iglesia que se dice heredera de los valores que defiende y actualiza - Jon Sobrino con su cristología primero y con su teología de la liberación después - le manda un aviso de amonestación. Ya lo hizo antes el Cardenal Ratzinger con Leonardo Boff en 1984 y hoy lo hace como Benedicto XVI con Jon Sobrino.
Todos sabemos quiénes pueden estar detrás de estos retrocesos que se están viviendo en la jerarquía de la iglesia. Mientras existan pobres los teólogos de la liberación y sus constantes denuncias permanecerán. Sin embargo, y, pensando en los miles de católicos que hay en aquél continente, somos conscientes de lo añejo que son sus discursos y sus planteamientos en torno a una iglesia que intentó hacer nimias reformas en su interior. Todos esos fieles latinoamericanos que siguen apostando por una reflexión teológica cercana a nuestras realidades y no la que imponen, muchas veces, desde el vaticano seguirán haciendo de la realidad teológica una teología de la realidad, teología de la historia, de lo político y de los cósmico.
Con el concilio Vaticano II. Los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín contextualizaron las reflexiones y recomendaciones que dio el concilio en Roma. Años antes del Concilio se venía gestando en las mentes de tantos teólogos latinoamericanos lo que Gustavo Gutiérrez dio en llamar a finales de los años sesenta, Teología de la Liberación. Es a este movimiento teológico que la jerarquía quiere silenciar. Porque les recuerdan, con sus reflexiones, dónde está el acento hermenéutico del mensaje actual y los signos de los tiempo, de quien dice la iglesia representar, Jesús de Nazareth, el Galileo.
Todos pensaron y depositaron su esperanza en que los cambios que anunciaban, iban a dar sus frutos, y vaya que si los dieron. En América Latina esos visos de cambios se experimentaron con gran prontitud, los salvadoreños tenemos en nuestro haber miles de mártires que creyeron en los principios básicos de los evangelios, incluyendo a sacerdotes, religios@s, y monseñor Romero.
La teología de la liberación no sólo acompañó con sus reflexiones a miles de campesinos, obreros, a luchar y mantener intacta su fe, ella fue sin lugar a dudas la que fortaleció, en su momento, a miles de los que creyeron que el reino anunciado por Jesús, puede ser posible hoy, aquí en la tierra y no allá en los cielos donde las estrellas dominan el espacio y el universo. La teología de la liberación parte del mensaje del Jesús histórico para interpelarnos hoy en nuestros días, y actualiza su mensaje evangélico, y eso es lo que no gusta a la jerarquía; los pobres de hoy, entiéndase en el contexto latinoamericano y en los países del Sur, son los cojos, los ciegos, los endemoniados de la época del Jesús que vivió en palestina hace unos dos mil años.
Actualiza, a quién va dirigido ese mensaje de sororidad y de lucha con una esperanza activa y no pasiva. Actualiza a los epulones del evangelio, con los ricos de este tiempo, interpela y denuncia al poder, cualquier poder, sea este político, económico, eclesiástico. Y eso es lo que no gusta a la iglesia porque la teología de la liberación pone como preferencia de esa salvación a los pobres de nuestros días. Y a los ricos les dice que sólo hay salvación si reparten las riquezas, y, vivan desde los pobres, la verdadera metanoia que necesitan para ver, en ellos, al cristo crucificado por el poder establecido de su tiempo como lo hace, el neoliberalismo, en el nuestro. Ese es el eje fundamental de la teología los pobres, mientras haya explotación, injusticias, represiones, pobreza, estará también la teología de la liberación, y la lucha por esa liberación supone, pues, que, empieza un nuevo reino de justicia, de igualdad, sororidad, etc. Por más que la iglesia pretenda silenciar a Jon Sobrino, miles de campesinos, mujeres, indios, negros seguiremos con la reflexión histórica y teológica en su caso, de que sólo la liberación nos hará ver que el reino de Dios empieza aquí en nuestras sociedades.
1 comentario:
Buen comienzo
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