Hay muchos puntos oscuros en el conflicto ruso-georgiano, pero algunos están claros. Georgia atacó a Osetia del Sur y prácticamente destruyó la capital, Tsjinvali. Zonas residenciales, la universidad, los hospitales, fueron barridos con el resultado de 1500 civiles osetios muertos, según fuentes rusas y occidentales. “El bombardeo de la fuerza aérea y de la artillería dejó a la capital sin agua, alimentos, electricidad y gas” (AP, 9-8-08). La respuesta rusa fue aplastante y también eso está claro. Lo oscuro es por qué Tiflis, amiguísima de la Casa Blanca y viceversa, emprendió una aventura condenada al fracaso de antemano.
Georgia es una avanzada militar de EE.UU. y la OTAN en la frontera con Rusia y no se encuentra lejos del conflicto que arde en Asia Central. No sólo: Osetia del Sur es la encrucijada de oleoductos y gasoductos estratégicos para Occidente. En abril pasado, W. Bush apoyó en todos los tonos el pedido de Georgia de ingresar en la OTAN, no sin cierta inquietud de los europeos. No obstante, la OTAN prometió enviar asesores militares en diciembre próximo. Se adelantó el Pentágono: en julio instaló más de mil marines y soldados en la base militar georgiana de Vaziani, en la frontera con Osetia del Sur, para adiestrar a las tropas georgianas en misiones de combate. Efectivos estadounidenses –1200– y georgianos –800– efectuaron maniobras conjuntas a mediados de julio en un operativo bautizado “Respuesta inmediata”. El ataque fue en agosto. Rara coincidencia, ¿verdad?
Georgia incrementó notoriamente su capacidad militar en el 2007. El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa asentó en el documento titulado “Sobre la ayuda militar a Georgia de otros países” (blog.wired.com/defense, 19-5-08) que Tiflis había recibido “206 tanques, de los que 175 fueron proporcionados por los estados de la OTAN, 186 vehículos blindados (126 de la OTAN), 79 cañones (67 de la OTAN), 15 helicópteros (12 de la OTAN), 70 morteros, diez sistemas de misiles tierra-aire, ocho aviones de reconocimiento sin piloto de Israel y otras armas”. No es difícil colegir que la acción fue preparada y coordinada por militares estadounidenses y otaneros. También israelíes: el diario Ha’aretz, de Tel Aviv, informó que Temur Yakobashili, ministro georgiano de Asuntos de Reintegración (de las repúblicas autónomas de Abjasia y Osetia, territorios que alguna vez fueron de Georgia) declaró que “Israel debería sentirse orgulloso de sus militares, que entrenaron a los soldados georgianos”. Esto sugeriría que el tablero de juego es mucho más amplio que Osetia del Sur.
Georgia no forma parte de la OTAN. Oficialmente. De hecho, sí: en abril de 1999 acordó, apenas finalizada la guerra en Yugoslavia, una alianza militar con la OTAN y desde entonces Tiflis ha recibido un incesante flujo de armas de técnica avanzada. Este acuerdo sirve para proteger los intereses de los gigantes petroleros en Medio Oriente y Asia Central. Israel, por su parte, está asociado a la explotación del ducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, controlado por la British Petroleum, que transporta petróleo y gas natural de Azerbaiján: recibe por ese medio más del 20 por ciento del oro negro que necesita. Este ducto ha cambiado la geopolítica de la región y fundado un nuevo bloque prooccidental que integran Azerbaiján, Georgia, Turquía e Israel. Ahí no terminan las aspiraciones israelíes en la materia.
Tel Aviv no sólo quiere energéticos para su propio consumo: también aspira a reexportar el petróleo del Caspio a los mercados asiáticos vía el puerto de Eliat y negocia con Turquía la construcción de ductos que transportarán agua, electricidad, gas natural y “petróleo que Israel destinará luego al Lejano Oriente” (www.jpost.com/serviet), desempeñando así un papel estratégico en la protección de esa red. Se explica que destine ayuda militar y entrenamiento a Georgia y Azerbaiján. Y luego, qué más cerquita queda Irán.
tomado de Rebelión
2 comentarios:
hay pueblos que no pueden vivir sin guerras...
como si el instrumento que los constituye como naciones fuera la lucha armada, la violencia, la conquista de territorios...
¿y la gente que vive en ellos? ¿por qué no puede decidir qué quieren?
en este caso los osetianos, oséticos o como se digan, quieren ser eso, no georgianos...
Pregunto, Txanba, si me permites ¿qué pasará cuando el mar deje sin territorio a los países insulares a causa del calentamiento global? ¿esos pueblos podrán seguir siendo ellos mismos o deberán asumir la identidad de los pueblos que los acojan? ¿qué constituye la identidad: el territorio o la cultura del pueblo?
yo tengo mi respuesta, pero no coincide con lo que piensa el mundo... porque este tipo de conflictos no parecen dar cuenta de las personas, sino sólo de los intereses económicos de algunas personas o grupos empresarios...
no me gusta este modo de actuar, no me gusta un mundo que se rige por $ y no por humanidad
saludos libertarios desde el sur de América...
www.lisa.bligoo.com
Extraña modernidad esta que avanza hacia atrás, el atardecer del siglo XX tiene más semejanzas con sus brutales centurias antecesoras que con el plácido y racional futuro de algunas novelas de ciencia-ficción. En el mundo de la Posguerra Fría vastos territorios, riquezas y, sobre todo, fuerza de trabajo calificada, esperaban un nuevo amo...
Pero uno es el puesto de dueño del mundo, y varios son los aspirantes a serlo. Y para lograrlo se desata otra guerra, pero ahora entre aquellos que se autodenominaron el "imperio del bien"
7 piezas sueltas para entender el rompecabezas mundial, Subcomandante Marcos.
discutiendo con gente de derecha me he sorprendido porque repiten y repiten que las guerras son consecuencias de decisiones políticas y estados corruptos (o algo semejante), que nada tiene que ver en todo esto el neoliberalismo. que una vez que se instale el paraíso terrenal en el cual el Mercado actúe sin restricciones, las guerras serán redundantes, obsoletos recuerdos del pasado...
Y a saber, verdad. Quizás sí, quizás las guerras adquieran ese refinamiento aburguesado, mando a distancia, uranio enriquecido con sabor a durazno, aderezar las malas imágenes con reality shows...vaya uno a saber.
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