“El que esté en conflictos con el pueblo estará en conflictos conmigo"
Monseñor Romero. 20/08/1978
Si escribimos es porque queremos transmitir nuestras opiniones a quien las va a leer, por eso es necesario la honestidad si queremos ser revolucionarios. No es fácil serlo en estos tiempos de crisis, y tampoco a la hora de hacer un análisis desde el punto de vista de clase con los procesos que se viven en países donde ha habido una trayectoria revolucionaria.
En este tiempo de crisis donde el capitalismo parecía hundirse en sus propias aguas bancarias, la izquierda europea, ¿dónde está? no tiene o no presenta un proyecto alternativo. Sólo en América latina, y, no lo tiene nada fácil. El último país en sumarse a esa alternativa social ha sido El Salvador. El pueblo del pequeño país centroamericano ha dado el triunfo electoral a la antigua guerrilla salvadoreña, hoy convertido en partido político y a la social democracia o ¿“centro izquierda”?.
Últimamente se leen muchos artículos relacionados con las elecciones de ese país, y me incluyo, yo también escribo al respecto. Sin embargo, no leo artículos que nos recuerden el porqué lucharon miles de salvadoreños. Lo que sí es cierto es que no fue por participar en elecciones. Antes del conflicto, ya se participaba en esos procesos, y, todos sabemos la respuesta de la burguesía cuando ésta, perdía las elecciones. Cuando el pueblo con sus organizaciones populares salía a las calles para exigir, entre otras cosas, mejores condiciones de vida, la respuesta era represión. Sólo y al ver que no tenían otra opción que el de tomar las armas…, sólo entonces las organizaciones y el pueblo tomó las armas y se echó al monte.
El Fmln, es hoy por hoy, un partido de “centro izquierda” (y no es una definición mía) en todo caso, diría, social demócrata. Si, es cierto, ha ganado las elecciones, y todos nos alegramos por ello. Pero no debemos olvidar que son sólo elecciones y no un triunfo revolucionario ni se ha ganado la revolución. Es cierto también que en estos momentos de la historia, en el país, sería imposible llevar a cabo una lucha como la que se libró en los años ochenta que culmine con un triunfo revolucionario. Las condiciones son otras. Sólo hay que echar un vistazo al Sur del continente y veremos que los procesos electorales están llevando al poder a dirigentes con una sensibilidad social y de compromiso con las clases más desfavorecidas y se habla en eso países del socialismo del siglo XXI.
Un proceso, dos procesos, varios procesos electorales, no invalidan la lucha de los movimientos guerrilleros en Colombia. Los procesos de América latina no son los mismos ni en países tan cercanos como es el caso de Nicaragua y ahora El Salvador…, cada región o país lleva a la praxis la lucha de acuerdo a las condiciones sociales internas. Tampoco debemos, sin embargo, hacer un seguidismo político, ensalzar las “elecciones” y deslegitimar otras vías, cuando todos sabemos a estas alturas de la historia del continente, quién ha estado - y está - desde hace muchos años impidiendo que esos procesos fuesen verdaderamente un ejemplo de “democracia”. Olvidamos en este punto que desde la perspectiva revolucionaria la democracia burguesa no permite que se le hagan retoques a su estado burgués.
No debemos por tanto ser lívidos ni pusilánimes a la hora de cuestionar, de endilgar las críticas a aquellos que se dicen revolucionarios. Es más, debemos de serlo, para que el sistema burgués no termine permeando sus principios e ideales, si es que los tienen, para que puedan llevar a cabo, en el marco burgués, reformas. Pero si no lo son, y se sienten más en el “centro izquierda”, o, social demócratas entonces sí debemos de cuestionarlos porque todos sabemos el daño que estos le producen a la clase trabajadora, los prejuicios que le causan a la lucha de los pueblos. Ejemplos tenemos y muchos.
La objetividad de clase en estos momento de la historia no es tarea fácil. Y sólo se espera que en el país centroamericano, el partido político social demócrata del fmln lleve a buen término, las esperanzas de millones de salvadoreños que le votaron como a aquellos que por razones obvias dejaron de confiar en ellos. El país tiene un potencial social y humano que merece todo el respeto revolucionario.
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