jueves, 5 de marzo de 2009

En la frontera de la decencia

Si ya de por sí la realidad vasca desde fuera puede parecer harto difícil(y complicada)si no se tienen los datos y la información suficiente para quien quiera entenderla. Mucho más complicado se nos hace a quienes estamos viviendo en este País explicar lo que sucede realmente por estos lares. Han habido elecciones en tres provincias en el territorio que los vascos abertzales llaman en su lengua: Euskal Herria. Y, se ha impuesto una minoría sobre otra parte de la población, mayoría, por cierto.


La inmensa mayoría. sin embargo, creen lo que dicen los medios oficiales del estado español, esos medios ocultan la verdad de los datos y el por qué de esa imposición, también el cómo y de qué manera se justifican ilegalizaciones, y porque no, también se justifican - usurpar - el gobierno que democráticamente no les corresponde a quienes se presentan - en este momento y después de las elecciones - como ganadores. ¿Pero son democráticas estas elecciones?. Dejo el siguiente artículo que puede dilucidar a aquell@s que en este momento no entienden o no tienen los datos suficientes para hacerse una idea real de lo que ha sucedido en las elecciones que, y lo digo desde ahora, no han sido democráticas.

En la frontera de la decencia


Ni los datos manipulados ni los grandes relatos sobre las elecciones reflejan la realidad vasca tal y como es. Para reconocer a este país es necesario escarbar en la realidad conformada por la «microhistoria» de sus gentes. Además de realizar esa labor, Alvarez-Solís ofrece un análisis de los escenarios que se abren. Como siempre, con la decencia por bandera.

Así empieza el editorial del principal periódico que tiene el tricéfalo mundo del Partido Popular: «Los vascos están de enhorabuena. Ha sucedido lo que este periódico pedía y quería que sucediese: que las urnas pusiesen fin a treinta años de nacionalismo». Vaya por delante mi certeza moral: ese periódico ha cruzado la frontera de la decencia. Como la ha cruzado, vociferando desde otra cabeza del PP, quien ha dicho con locura manifiesta que ha finalizado el «terrorismo» nacionalista. Dos obscenidades manifiestas que si sus autores las han expelido con convencimiento de ser admitidas hablan de una clamorosa pobreza intelectual por parte de los recipiendarios de tan toscas barbaridades. Ya sé que España, considerada en sus estratos poderosos, es roma de ingenio y débil de razón, pero aún tengo la esperanza de que un determinado número de españoles sepan distinguir entre la farsa cortesana y la realidad. Creo eso, además, no como resultado de un análisis severo sino por la urgencia que tengo de hallar en mis adversarios un mínimo de luz que nos permita leer juntos en el mismo libro de los hechos aunque sea a la búsqueda de consideraciones distintas. ¡Qué panorama, que desmelenado panorama al pie de estas manipuladas elecciones vascas!

Se trata, repito, de decencia; o mejor aún, de indecencia. Acudamos al diccionario: «Indecencia.- Falta de decencia o de modestia. Dicho o hecho vituperable o vergonzoso».

¿Quién puede sostener, a la vista de los hechos cotidianos e incluso con el resultado electoral en la mano que el nacionalismo ya no constituye el corazón de Euskadi? Sumemos los sufragios y el Euskadi nacionalista supera al Euskadi conformado por capas que ahora analizaremos. Añadamos, además, a esos sufragios más de cien mil ciudadanos que han sido eliminados del recuento por tribunales adversos a la vasquidad, por leyes inicuas y vacías de Derecho, por instituciones represivas que operan ya sin careta moral alguna. Sumémoslo todo y llegaremos a más de un 60% de vascos que respiran nacionalismo y que sueñan con la libertad de su pueblo. Ante este hecho terminante ¿acaso no es indecente jugar a un españolismo liberador, sobre todo dando a ese españolismo un aura de vasquidad?.


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